Como tratar la adicción a la tecnología en mi hijo
La adicción a la tecnología en los hijos es un tema cada vez más frecuente en terapia familiar. Tres pantallas -la del televisor, el móvil y el ordenador enmarcan la vida diaria de los adultos y de los adolescentes. Los niños y jóvenes pasan con ellas la mayor parte de su tiempo libre.
Podríamos definirnos como una generación multimedia y no sólo por la versatilidad de los aparatos y medios tecnológicos de que disponemos, sino también por la simultaneidad en su utilización: mientras se ve la televisión, se habla por el móvil o se escucha música por el ordenador, la inter-dependencia es total. Esto sin duda en muchas ocasiones acaba generando una adicción a la tecnología en mi hijo.
Te vendrá bien conocer cómo poner límites a tu hijo en este artículo
Esta subordinación al mundo tecnológico y esa modalidad del multiproceso provoca verdadero resquemor y desazón en los padres, toda vez que consideran que tanta fragmentación de la actividad, de la dedicación y de la atención incidirá negativamente en el rendimiento escolar de los hijos. La adicción a la tecnología es una realidad en los menores hoy en día.
Sin embargo, no existen estudios que ratifiquen o corroboren esta negativa repercusión, tal vez porque resulta un suceso novedoso, y no podemos asegurar que si un niño se acostumbra a utilizar varios "gadgets" a la vez que estudia vaya necesariamente a suspender en la escuela o siquiera va a aminorar su rendimiento.
Debemos admitir y asumir que, simplemente, los procedimientos han cambiado y los jóvenes de ahora tienen un modo distinto de aprender, de relacionarse con el entorno; en suma, de concebir el mundo. Que el atractivo de la lectura ya no solo depende de la calidad literaria o de contenidos del autor, sino que enlaza directamente con el soporte utilizado para disfrutarla. La adicción a la tecnología en mi hijo
Descubre en este artículo los retos a los que se enfrenta tu hijo
Pero esto, al mismo tiempo, es el principal factor que hace a un tipo de lectura superficial, dispersa, distraída. Entonces, el principal atractivo de la pantalla es a la vez la principal limitación para leer en forma concentrada.
¿DE TAL PALO TAL ASTILLA?
Los adultos nos hemos pasado media vida fantaseando con la posibilidad de suprimir las ataduras que implicaba el trabajo, la cantidad de horas que ineludiblemente pasamos en la oficina y en el trayecto de casa al trabajo y del trabajo a casa; soñando despiertos con la conciliación familiar, con el teletrabajo y con ser más dueños de nuestro tiempo, hipotecado en horarios infames.
Y, sin embargo, la mayor movilidad de la que ahora se disfruta esconde y encubre una nueva forma de dependencia y de subordinación, en tanto en cuanto, en la actualidad, cualquier lugar puede transformarse en un puesto de trabajo y cualquier instante puede devenir en horario laboral con motivo de la aparición y desarrollo de la tecnología.
Estamos pagando con creces la libertad de movimientos mediante el terrible peaje de estar disponibles en todo momento y en todo lugar.
El nivel de exigencia a la hora de maximizar el rendimiento laboral ha alcanzado límites insospechados y esta implicación no viene solo impulsada por los sujetos que controlan nuestro trabajo, sino que se ha convertido en una especie de auto explotación, mucho más eficaz desde el momento en que va acompañada de una engañosa sensación de libertad.
Hiperconectividad y adicción
Si bien la adicción a internet y a los dispositivos digitales no está todavía contemplada en la última versión del Manual de Diagnóstico y Tratamiento de los Trastornos Mentales, existen estudios realizados en varios países que muestran una creciente y global preocupación al respecto, resaltando un incremento insoslayable de tal adicción o del uso compulsivo de los móviles y de sus aplicaciones hasta cifrar en 176 millones los usuarios con este tipo de dependencia.
Resulta reseñable el modo en que se ha disparado el número de aplicaciones (apps) para los móviles y tablets, ofreciéndonos soluciones para sencillos actos de la vida cotidiana y nuevas maneras de establecer un cierto orden en un mundo tan caótico como en el que ahora nos desarrollamos. Sin embargo, el problema surge cuando la línea que separa el uso del abuso se torna delgada e imperceptible hasta tal punto que los problemas que ocasionan superan a las soluciones y la dependencia alcanza unos límites que imposibilitan nuestra propia autogestión en ausencia de estas tecnológicas ayudas.
¿Cuáles son los típicos e inequívocos síntomas de un uso compulsivo? ¿cuándo se trata ya de una adicción y cuáles podrían ser sus consecuencias?
Es importante resaltar que no todas las personas son susceptibles de desarrollar una adicción, ya que para ello se requiere la presencia de una serie de factores, entre los cuales destaca la propia vulnerabilidad y predisposición particular del individuo.
Síntomas de preocupación de la adicción a la tecnología
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- Cuando la ansiedad comienza a ser evidente, acusada y persistente, generando una necesidad imperiosa de tener que revisar una y otra vez el móvil o la tablet, utilizar una determinada app o un absorbente juego.
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- Cuando sentimos que la utilización del móvil o la tablet regula y condiciona de tal modo el funcionamiento de nuestra vida que comenzamos a tener problemas de tipo laboral, socio-afectivos e incluso de salud, motivados -por ejemplo- por restar horas al descanso, principalmente en la noche, al prolongar la conexión hasta altas horas de la madrugada, al no realizar ninguna actividad física debido a que cada vez nos queda menos tiempo libre, etc.
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- Cuando nos encontramos enojados, exasperados y angustiados si no logramos conectar, falla el wifi, no funciona la app requerida o se corta la conexión.
- Cuando empezamos a sentir problemas de salud tales como irritabilidad en los ojos, molestias y contracturas en la espalda asociados a una mala postura o a un exceso de horas en idéntica posición, dolores de cabeza, etc.
Cinco consejos para tratar la adicción a la tecnología en mi hijo:
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- Vivir y disfrutar intensamente el presente sin estar nunca más pendientes de inmortalizar un momento en un post o una imagen para compartirla inmediatamente con el círculo virtual de las redes sociales.
- Estar abiertos al mundo y a lo que pasa alrededor de nosotros sin aislarnos con cascos para escuchar música cuando estamos en el metro o mirar fijamente una pantalla cuando paseamos por la calle.
- Gozar de los placeres de una película o de un concierto sin estar pendientes de lo que está ocurriendo en Facebook o Twitter.
- Saber escuchar a los demás sin interrumpir nuestra capacidad de concentración y distraernos mirando, sin necesidad, el teléfono.
- Comprender que estar desconectado de vez en cuando significa estar conectado a lo que está ocurriendo ahora mismo en un presente que en muchas ocasiones nos olvidamos de vivir.
Si este tema te interesa, contacta con la autora: Verónica Rodríguez Orellana.
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